Algunas consideraciones acerca de la comunicación en la pareja.

Recopilaciones y adaptaciones
por ynometoques
El diálogo
El buen diálogo es la clave fundamental para poder entenderse, comprenderse y hacer que la pareja tenga durabilidad. Sin charla ni acuerdos es imposible llevarla adelante. La televisión, el teléfono, el stress cotidiano y el cansancio también son enemigos del diálogo en la pareja. Todo esto quita intimidad, convivencia e intereses y cada vez resultará más complicado contar cómo se siente cada uno o que les sucede e incluso darse cuenta de la importante razón por la cual hace tiempo que no hacen el amor. Dialogar es comunicar sentimientos y opiniones y esto es benéfico para ambos. Es poder abrirse sin miedos y es mostrarse cómo son. Escuchar es tratar de entender al otro, sin juzgarlo ni querer cambiar su punto de vista, sino de enterarte qué le pasa, cómo se siente y en qué le puedes ayudar y por supuesto, esto habla de una buena comprensión y comunicación verdadera. Definitivamente se trata de buscar juntos sus puntos de vista y elecciones respecto a los hijos, al trabajo, al tiempo libre, al dinero... etcétera. Dialogar significa unirse al otro tal cual es y si hubo ofensas saber pedir perdón y seguir caminando juntos. Y muy importante, darse tiempo para ello.
Criterios educativos con los hijos
Solo se necesita tiempo para ponerse de acuerdo y una visión clara de lo que debe ser más importante para nosotros: nuestros hijos. No es una novedad: Los chicos de hoy son bien listos...
Los hijos estudian muy bien a sus padres. Se requiere pues una coherencia mínima de criterios y maneras de educar entre ambos. Los hijos deben percibir que aunque sus padres son diferentes, realmente son uno a la hora de educar. Es de vital importancia que los padres tengan tiempo para pensar y decidir las cosas siempre que sea posible.
Es muy probable que si la madre es más permisiva, el niño/a acudirá más a ella, y cuidarán de que el permiso no llegue al padre, sabiendo que puedo contraponerlo.
Normalmente, si se ha llegado a esto existe una disparidad de criterios educativos entre los dos progenitores. Se debe intentar delimitar los campos de decisión y dejar claro a los niños qué tipos de permiso concede cada quién. De mutuo acuerdo, los dos se suman a las decisiones del otro. En un segundo momento puede intentarse aunar criterios para que los hijos no perciban que uno de los dos es el duro y el otro el blando. En el medio, la virtud. Lo idóneo sería intervenir ambos progenitores en la toma de decisiones de los hijos pero si no se puede por falta de acuerdos o criterios comunes lo mejor es delimitar los campos de actuación de cada parte, respetarlos y no intervenir bajo ningún concepto a no ser que la pareja lo pida.
El recurso del engaño ingenuo
Otro caso es en el cual la madre dice que no y el padre, sin saber la respuesta anterior, le dice que sí a su demanda. En este caso, el padre, al enterarse, le debe explicar con firmeza al niño que ha procedido con engaño. Ayuda aplicar alguna medida que le haga sentir las consecuencias de su acto. Es importante que en este caso sea el padre quien hable con el niño para que pueda comprobar que éste respalda en todo momento la decisión de la madre y que aprovecharse de la desinformación de ambos tiene sus consecuencias negativas. Debe explicar a su hijo que proceder de esta manera anula toda posibilidad de conseguir lo que quería. Debe aprender con esta actitud que, en el caso de falta de unanimidad de los padres, informarles con sinceridad de sus posturas opuestas le proporcionaría una posibilidad para conseguir lo que en caso contrario se habría rechazado con toda seguridad.
Cuestión de Diferencias
Es normal que teniendo educaciones e historias distintas la pareja tenga también ideas diferentes sobre la educación de los hijos. Ante un desacuerdo claro, no se puede discutir cual debe ser la decisión acertada delante de los hijos. Es necesario apartarse y decirle que lo harán para pensar que es lo mejor para él y comunicarán la decisión conjuntamente. Por supuesto, alguno de los dos deberá ceder, pero el niño no debe percibir "vencedores ni vencidos" sino unanimidad. Lo que debe preocuparles es su hijo y no tanto imponer la propia opinión. Quizá suene obvio pero en ocasiones lo olvidamos. A veces, nuestras opiniones se matizan y ablandan al confrontarse con la intención de fondo. Así se llega a una decisión en la que sale ganando la educación del hijo, y por tanto en la que ganan todos. Ante creencias diferentes deben sentarse primero a explicarse entre ambos cada una de sus razones y para esto hay que distanciarse de los hechos y prestar atención solo a la educación de los hijos mas allá de los deseos o creencias particulares de ambos. Será necesario y primordial llegar a un acuerdo y para esto es requisito imprescindible que cada uno ceda en algo. Preguntarle al otro sus razones y escucharlas. No oír por oír, o por dar la sensación diplomática de que uno está prestando atención. Escuchar, escuchar desde el amor, detectar lo razonable de la opinión del otro. Exponer la propia razón con sencillez, sin sobresaltos, sin victimismos, sin aliñar el argumento con algún proyectil verbal que se convierta en una ofensa hacia el otro y por tanto, termine convirtiéndose en una discusión. Saber ceder en lo accidental, no dar demasiada importancia a algunas decisiones. Si tu hijo no quiso comerse la ensalada y tu pareja le ha dicho que al menos se comiera la mitad, no puedes hacer una tragedia diciendo que no, que tu pareja ha sido exageradamente tolerante, que debió exigir al niño comerse hasta la última hoja de lechuga, que lo está tristemente maleducando... No, no exageres. Quizá el niño realmente no era capaz de acabar con toda la lechuga y el haber logrado que se comiese la mitad ha sido muy formativo.
Compartir responsabilidades
Otra recomendación que puede dar resultados positivos es repartir responsabilidades. En realidad, no son tantas si se clasifican por conceptos: higiene, sueño, actividades extraescolares, deberes... Especial interés tiene el tema de los horarios. Les puede sorprender ver cómo actividades que actualmente eran pesadas y desagradables para un miembro de la pareja pueden llegar a hacerse agradables para el otro. Es cuestión de "no dar por hecho" muchas situaciones que ahora están establecidas de manera mecánica y poco efectiva. Dejar claro en esas divisiones cómo va a actuar cada uno, respetarlo y no intervenir en caso de conflicto si no es para apoyar.
Respeto
Ganarse el respeto de los hijos a veces implica saber reconocer cuando uno se ha equivocado y pedir perdón. Es muy humano reaccionar ante los desafíos de los hijos y sus muchas estrategias "defensivas" con sentimientos muy cargados, a veces impulsivamente. No pasa nada si... sabes reconocerlo, pedir perdón y llegar a una solución intermedia. Lo mismo ocurre con la pareja. Llegar a acuerdos educativos satisfactorios para ambos padres es a menudo complicado y, en ocasiones, nos saltamos esos acuerdos. Saber reconocer nuestra falta es una manera también de unificar criterios educativos y aumentar el respeto entre la pareja, necesario si queremos que nuestros hijos nos respeten. Un hijo debe percibir un apoyo ilimitado de uno con el otro. Si el niño percibe que uno de los dos se ha convertido en su cómplice a la hora de enfrentarse con el otro, se está entrando peligrosamente en el juego inteligente del niño. Si en cambio, el niño se topa con un "muro" de respaldo mutuo cesará en su intento de dividir su respeto.
-Por ejemplo, si después de que tu hijo falta al respeto a tu pareja y ésta le increpa, tú apoyas a tu pareja físicamente (la abrazas, le pasas la mano por la cintura o el hombro...) y lo reprendes empáticamente, como si la falta de respeto te la hubiera hecho a ti también, el niño percibirá que haciendo sufrir a uno de los dos también hace sufrir al otro y que en las cosas importantes estan de acuerdo SIEMPRE. - Es importante que no intervengamos cuando uno de los padres al que le ha faltado el respeto o le han desobedecido está recriminando al hijo. Hacerlo le restaría autoridad ya que nuestro hijo vería en nuestro apoyo una manera de "defenderlo" ante su falta de autoridad. Lo que hay que hacer es darle tiempo para actuar y secundar su decisión, sea la que sea, con palabras y con las manifestaciones físicas anteriores. Si no estás de acuerdo con la reacción de tu pareja, después de apoyarla ante tu hijo, puedes hablar con ella y demostrarle tu desacuerdo, haciéndole ver tu postura ante la situación. No digas eso que nos resulta a todos tan fácil: "No lo sé... pregúntale a papá/ mamá. Haz lo que él/ella te diga". Resta autoridad y te coloca ante tu hijo en inferioridad de condiciones frente a la otra parte. Parece que tú no sepas tomar las decisiones y sea tu pareja la que tenga el privilegio de la decisión. En su lugar, si no sabes que postura tomar, podes decir: "Hablaré con papá/mamá y te diremos que pensamos de esto" o bien "estoy muy enfadado/a; necesito pensar y luego hablaré contigo".

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