El Mono y El Burro: Fábula. Por Sawedal

He aquí mis queridos amigos,
una fábula creada por nuestro nuevo colaborador,
Sawedal.
Le doy la bienvenida oficial
y esperamos de él cuantas memorables citas pueda acercarnos.
Gracias a todos por prestar especial atención.
En un circo, un mono había hecho amistad con el burro que montaba en su actuación. Como acostumbraban colocar la jaula de uno, junto al corral del otro, pasaban el tiempo charlando lo más que podían. El burro le contaba al mono sus sueños de libertad, de poder ir cuando quisiera a donde fuera. Correr por verdes pastizales y revolcarse en ellos. Sentir la tierra bajo las patas, en lugar del sucio aserrín de la pista. De poder perseguir burritas y hasta comer flores silvestres, que son un manjar. Tanto soñaba el burro con la libertad, que al fin el mono, que había nacido en el circo y no conocía otra cosa, también empezó a querer salir de allí para recorrer el mundo. Un día, el encargado de los animales, distraído, olvidó cerrar bien la puerta de la jaula del mono. Este, ni lerdo ni perezoso, corrió hasta el corral del burro y, abriéndolo, le dijo: - ¡Vamos, burrito! Esta es la oportunidad de realizar nuestros sueños ¡Escapemos! ¡Somos libres!- - ¿Libres de qué? -Preguntó nervioso el burro y, sin moverse ni un paso, continuó- ¿Libres para qué?- - ¿Cómo? ¿No era que soñabas con poder liberarte de esta tediosa y pesada rutina, para poder hacer tu voluntad?- - ¡Hay, monito! Afuera puede ser peor. ¿Qué vamos a recorrer? ¿Calles de cemento y rutas alambradas con púas? ¿A dónde vamos a ir? ¿A caer en manos de otros que nos traten peor y nos den menos comida? ¡No, gracias! Prefiero esta vida, que ya me acostumbré a soportarla.- El mono, más que sorprendido, le dijo: - Bueno. Yo me voy. Vos hacé lo que quieras. ¡Chau!- - ¡Chau! ¡Que tengas mucha suerte! Pero, por favor, cerrá la puerta del corral, no vaya a ser que piensen que hice algo y me castiguen.- Gentilmente, a pesar del apuro, cerró el corral antes de irse a conocer el mundo. Dos días después, en medio de un gran gentío, aparece el cuidador trayendo al monito encadenado y maltratándolo a los tirones y golpes. Cuando estuvieron solos nuevamente, el burro preguntó: - ¿Y? ¿Viste que, al final, fue todo para peor? Ahora estás golpeado, castigado, y te van a tratar mal por mucho tiempo. ¿Te parece que valió la pena?- El monito, que estaba muy quieto en un rincón, alzó su carita lastimada, y mirándolo con el ojo que no tenía hinchado, le respondió: - Sí. Valió la pena. -hizo una breve pausa y agregó- Y cuando pueda, lo volveré a hacer.-
El burro no dijo nada, pero pensó: "Pobre iluso".
Por su parte el mono, desde ese día, comprendió por qué se piensa que el burro es el animal más idiota. Moraleja
Algunos se llenan la boca con ideales, sin hacer nada por obtenerlos.
Otros arriesgan todo, hasta sus vidas, intentando lograrlos.

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